Asturias por la izquierda

Asturias avanza de manera indeseada y poco consciente hacia una desconexión completa con el siglo XXI

Lo que deben preguntarse los asturianos es, simplemente, si existen razones suficientes para sobrevivir como autonomía, esto es, como colectividad, o ha llegado la hora de la dimisión histórica. En el primer caso deben empeñarse, sin demora, en la recuperación de su protagonismo comunitario en el concierto de los pueblos. (Pedro de Silva. 1976)

Javier Suárez Llana | Secretario de Programa de IU Asturias
Artículo publicado originalmente en La Nueva España

Asturias avanza de manera indeseada y poco consciente hacia una desconexión completa con el siglo XXI. Una desconexión que es física, producto de nuestra geografía, pero también sustentada en el retraso, cuando no la paralización, de infraestructuras indispensables para su conectividad tanto interna como externa. Una desconexión que es económica, por la caducidad, más o menos inmediata, de una parte significativa de nuestras estructuras productivas básicas basadas en la economía del carbón. Una desconexión que también es social y demográfica, con una pirámide poblacional particularmente envejecida, agravada por la emigración al exterior de un porcentaje nada desdeñable de la generación nacida en los años 70 y 80. Una desconexión territorial interna, alimentada por un inveterado localismo que, en las más de las ocasiones, ha impedido aprovechar las sinergias que una buena coordinación entre distintas ciudades habría permitido. Y una desconexión generacional en la que ha crecido el escepticismo y la desesperanza entre la juventud porque ve que aquí su futuro es incierto e intuye que la emigración es una opción tan indeseada como inevitable.

Pero a la vez, Asturias ha venido orientando su acción política, no exenta de contradicciones, fruto principalmente de las luchas históricas protagonizadas por su movimiento obrero durante el último siglo y medio, y que ha definido su conciencia colectiva, sobre la base de los valores de progreso, igualdad y justicia social. Principios defendidos históricamente por la izquierda política y sindical que nos han permitido alcanzar unos razonables niveles de progreso y bienestar que la derecha económica y política han puesto en jaque durante los últimos años. Sin embargo, el sostenimiento de nuestras políticas públicas resultará inviable si Asturias no consigue revertir el proceso de desconexión en el que está atrapada. Dicho de otro modo, solo podremos mantener y mejorar nuestros sistemas sanitario y educativo, nuestro sistema de inclusión y equidad social, y el modelo institucional basado en el progreso, la justicia y la igualdad, si somos capaces de culminar en el futuro inmediato nuestras infraestructuras pendientes, arrumbar nuestro inveterado y absurdo localismo, y construir un modelo político-institucional en el que prime el interés general y la complementariedad territorial, se aborde con rigor la cuestión demográfica y, sobre todo, se diseñe y ponga en marcha un nuevo modelo productivo que garantice la sostenibilidad en el desarrollo económico y el empleo en nuestra comunidad autónoma.

Para ello, Asturias deberá refundarse en la próxima década, terminando con la actitud de sumisión y sucursalismo que ha venido manteniendo con el Estado desde hace décadas. Construir un futuro dentro del Estado y con el Estado no significa renunciar a la rearticulación de un proyecto político en nuestra comunidad autónoma que nos permita recuperar como colectividad la dignidad de ser agentes de nosotros mismos. Eso significa que en los próximos diez años tenemos que diseñar un modelo productivo que combine las industrias tradicionales, que van a seguir siendo necesarias, con la industria del siglo XXI, la de la era digital, basada en el conocimiento, las nuevas tecnologías y la innovación. Significa también que en la próxima década tenemos que asumir el reto de duplicar el presupuesto de la Universidad de Oviedo y triplicar el destinado a investigación y desarrollo para que se conviertan en elementos tractores esenciales de nuestra estructura productiva. En este tiempo el Área Central deberá ser una realidad institucional y territorial plenamente consolidada, y deberán estar en marcha todas las grandes infraestructuras de comunicación, incluyendo el corredor del suroccidente y el del eje Atlántico que nos conecte con Europa. Aprovechar las oportunidades de nuestro territorio, nuestra reserva natural; impulsar y modernizar nuestro medio rural; y reconocer y promocionar nuestro patrimonio histórico, cultural y lingüístico, tanto material como inmaterial, deberán ser también elementos de la Asturias de la próxima década.

Nuestra comunidad autónoma debe refundarse. Que lo haga sobre la base de los valores que han caracterizado un modelo social que nos enorgullece, y sobre los principios de igualdad, progreso y justicia social que nos definen, dependerá de que el proyecto que conecte Asturias con el futuro sea liderado por una izquierda que mantenga todo aquello que merezca la pena ser mantenido y no tenga miedo a desechar lo que el tiempo ha señalado como inservible. La acción política de la izquierda nunca ha sido ni puede ser única, ni siquiera principalmente, la de resistir sino la de proponer. Por eso en Asturias las mujeres y los hombres de Izquierda Unida debemos dar un paso al frente y comprometernos a liderar un Compromiso con nuestra tierra desde una izquierda con identidad propia, lo que significa que encontraremos desde aquí las respuestas adecuadas preguntando primero y escuchando después, para definir con rigor los desafíos a los que nos enfrentamos en este nuevo tiempo, para que el futuro de Asturias mantenga su conciencia colectiva y transite por la izquierda. Para que, en la próxima década y en las siguientes, podamos seguir diciendo con orgullo que “para descubrir lugares asombrosos no siempre hay que mirar a las estrellas”.