Cooperación
El Comercio 10/12/13
Artículo de opinión – Jorge Espina Díaz, Portavoz Municipal de IU-LV
Ayer 10 de Diciembre se conmemoraba el Día internacional de los Derechos Humanos, una jornada en la que se recuerda la Declaración Universal aprobada por la Asamblea General de la ONU en 1948. Ya sabemos cómo en buena parte de este planeta –también en España– no es más que un papel mojado al violarse día sí y día también todos y cada uno de sus apartados. Pero no por eso hay que dejar de pelear por hacer posible lo que hoy parece una utopía. Aprendamos de la lección que el tan recordado estos días líder del CNA sudafricano Nelson Mandela nos enseñó “Siempre parece imposible hasta que se consigue”.
En ese texto se habla del derecho a la libertad de expresión, de opinión o de pensamiento, pero también del derecho al trabajo, a la seguridad social, al descanso o a participar libremente en la vida cultural de la comunidad. Sesenta y cinco años después, ¿en cuántos países del mundo se cumplen estos derechos? En muy pocos, por no decir ninguno. Aunque esta situación es especialmente sangrante en alguno de ellos como en Palestina o en el Sahara Occidental, con los que desde nuestra ciudad hasta la llegada al poder de la derecha casquista se mantenía una especial cooperación a través de las asociaciones ciudadanas para la solidaridad internacional.
Lamentablemente, Foro abandonó el compromiso que el Ayuntamiento de Xixón había asumido desde 1995 de destinar un 0,7 por ciento de los recursos municipales a la ayuda internacional al desarrollo. Hasta un 0,82 por ciento se llegó a dedicar a solidaridad internacional en el presupuesto de 2011, último en el que IU-LV tuvo responsabilidades de gobierno (particularmente en el área de Cooperación). El año pasado la aportación apenas se acercó al 0,15 por cien y la partida de este programa en el presupuesto del próximo ejercicio sigue muy lejos de un nivel aceptable.
Esperemos que la alcaldesa comprenda que esta ayuda no es una limpieza de conciencia de los países del Norte, sino un acto político y democrático a favor de nuestros semejantes, esos que nacieron con los mismos derechos que nosotros, pero que por vivir en otros países no pueden ejercerlos. Proyectos que desarrollaban las asociaciones gijonesas en materia de cultura, infraestructuras, educación, así como en programas sociosanitarios, de apoyo a la igualdad y de fomento de la participación, entre otros muchos. Son estos programas los que han dejado de realizarse estos años debido a los recortes de la derecha local.
Pero la lucha por los derechos humanos no sólo se practica de cara al exterior sino también en lo más cercano. Porque cuando la protesta ciudadana contra tanto recorte y tanta miseria abarrota las calles, los cerebros de la derecha paren una ley de “seguridad” destinada a acallar a fuerza de los toletazos a las personas críticas. A quienes luchamos por los derechos de los de allí y de los de aquí.
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