El precio de la salida de la crisis

El Comercio 25/10/14
Artículo de opinión – José Antonio Hevia Braña, Coordinador del Área de Política Social de IU-Xixón

Una constante del sistema capitalista son los movimientos cíclicos de su economía: grandes periodos de crecimiento seguidos de grandes periodos de crisis económica sin solución de continuidad. Las y los ciudadanos de hoy hemos sufrido en nuestras carnes este proceso, habiendo vivido épocas de vacas gordas seguidas de profundas depresiones. Sin duda, una de las crisis más agudas es la que estamos viviendo en estas dos primeras décadas del siglo XXI. Otra constante del sistema es que completado cada ciclo de crecimiento y recesión, si bien la tarta de la riqueza global generalmente crece, el reparto de esa riqueza es siempre más desigual, es decir, siempre hay una mala y creciente distribución de la riqueza. Los ricos son proporcionalmente menos y más ricos, mientras crecen en proporción inversa los pobres que son más pobres. Politólogos, sociólogos, economistas y agentes sociales de todas las tendencias están básicamente de acuerdo con estas afirmaciones, diferenciándose obvia y radicalmente en el análisis de las causas y en la propuesta de medidas correctoras, no siendo escasos los que ni siquiera ven necesarias tales medidas más allá de las que el mercado, factotum de la economía capitalista, impone.

En ese contexto general y en el devenir de la actual crisis, son crecientes y triunfalistas las voces que proclaman que, particularmente en España, hemos tocado fondo, estamos emergiendo, hemos salido de la recesión y reemprendido el camino del crecimiento. Aún tocará sufrir, pero estamos superando y vamos a superar totalmente la crisis, que en pocos años más será historia de un mal sueño. Podríamos discutir qué se entiende por salir de la crisis, pero no lo vamos a hacer. Vamos a aceptar que desde una perspectiva pura y dura capitalista, más pronto que tarde, saldremos de la crisis. Pero volviendo a la introducción de este artículo, permítasenos algunas preguntas sobre el reparto de la tarta de la riqueza emergente de aquélla, sobre la participación desigual de unos y otros en la misma o, dicho de otra forma, quién va a pagar los platos rotos de la crisis, cuál va a ser y quién va a pagar el precio de la salida de la crisis.

Dejemos de un lado las teorías y vayamos a los datos. Según la EPA, hoy hay 5.420.000 parados, el 23,67%  de la población activa  -que ha disminuido-, de los cuales el 61 % son de larga duración. En el tercer trimestre de este año, se ha creado empleo entre los hombres, pero ha descendido entre las mujeres. La tasa de paro juvenil sigue en el entorno del 50%. 1.780.000 familias tienen a todos sus miembros en paro, pero han descendido con respecto al trimestre anterior. Y el empleo es más precario y temporal, con muchos miles de trabajadores autónomos que no son autónomos, que son asalariados encubiertos. Por otra parte y consecuentemente, el índice de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza está en el 20,6% de la población: más de uno de cada cinco españoles vive por debajo de ese umbral, siendo 1 de cada 4 niños y adolescentes menores de 16 años el que vive en ese estado de pobreza. La tasa de envejecimiento de la población aumenta: en Asturias, que es la población más envejecida de España, hay dos personas mayores de 65 años por cada joven menor de 16.

Es un clamor que el ahorro (es decir, los recortes) en sanidad, educación y prestaciones sociales en general han traído consigo un empeoramiento en esos ámbitos, como lo es también que crece la exclusión en nuestra sociedad. Parece claro, pues, que los desfavorecidos de ayer, que hoy son más, son los paganos de esta crisis; que la salida de la crisis tiene un precio y que el mismo lo están pagando y lo van a seguir pagando los  mismos de siempre, las y los pobres, los excluidos, los últimos. El estado del bienestar sale malherido de esta crisis. Debe ser ésta una llamada a la reflexión, el compromiso y la solidaridad del estado a todos los niveles y de la sociedad en todos sus estamentos. No podemos permitir que alguien escupa sangre para que otros vivan mejor.

Este fin de semana se celebraran en Gijón unas jornadas de política social que organiza Izquierda Unida con la colaboración del Ayuntamiento de Gijón. Pretenden provocar la reflexión y el debate en torno a dicha política social, a ese conjunto de medios, servicios y prestaciones, los derechos sociales, que garanticen a todas las y los ciudadanos, por el hecho de serlo, el acceso a los medios necesarios para tener unas condiciones de vida dignas, para vivir bien o con ausencia de privaciones a nivel básico. No son regalos. Son derechos subjetivos.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.